Tempus fugit
Hoy hemos tenido que dar de mamar a María del Mar en la FNAC. Si conocéis las tiendas FNAC, sabréis que todas tienen un lugar donde te puedes sentar a tu aire y leer lo que te apetezca. Pues allí hemos montado el chiringuito, porque le tocaba y no nos daba tiempo a llegar a casa. Tengo testimonio gráfico que colocaré en mi próximo post.
Mientras María del Mar comía yo echaba un vistazo a la sección de música clásica. Había varios CDs que me hubiese comprado sin dudar (uno de Cantatas profanas del Bach Collegium Japan y Suzuki, los conciertos de violín de Mozart por Kremer y Harnoncourt, uno de Naxos con el Quinteto con piano de Franck y el Cuarteto de Cuerda de Chausson) pero no los he comprado, por que he pensado "¿Para qué?". El problema ya no es el dinero. El problema ya no es el acceso a la música y la cultura. Internet se ha llevado por delante todos esos problemas que no hace mucho tiempo eran insalvables.
El problema es el tiempo. Tengo ya, sólo en mi ordenador, más música de la que pueda escuchar jamás (esto es un pelín exagerado, pero si escuchar es de verdad escuchar, y no oír, realmente si que es así). Tengo partituras que me compro pero no abro, libros que compro pero no leo, música que tengo (y de la que me cuesta deshacerme) y sé que nunca escucharé. El criterio de selección es realmente difícil cuando tienes tanto donde elegir. Y hablo de oír, no de conocer, digerir de verdad la música. Oigo un cuarteto de Mozart y no lo retengo, como hacía a los 15 años. Lo oigo montones de veces y no lo aprendo de memoría como antes.
¿Se me estará llenando el "disco duro" (el de mi cerebro)? Es asombroso como las conexiones neuronales no funcionan igual ahora que hace quince años. Y no penséis mal, no he probado la droga en mi vida. También os pasa a vosotros, lo queráis ver o no.
Mi deseo clásico de la lámpara de Aladino: saber todo, conocer toda la música, todo el conocimiento.
Bona nit.
Mientras María del Mar comía yo echaba un vistazo a la sección de música clásica. Había varios CDs que me hubiese comprado sin dudar (uno de Cantatas profanas del Bach Collegium Japan y Suzuki, los conciertos de violín de Mozart por Kremer y Harnoncourt, uno de Naxos con el Quinteto con piano de Franck y el Cuarteto de Cuerda de Chausson) pero no los he comprado, por que he pensado "¿Para qué?". El problema ya no es el dinero. El problema ya no es el acceso a la música y la cultura. Internet se ha llevado por delante todos esos problemas que no hace mucho tiempo eran insalvables.
El problema es el tiempo. Tengo ya, sólo en mi ordenador, más música de la que pueda escuchar jamás (esto es un pelín exagerado, pero si escuchar es de verdad escuchar, y no oír, realmente si que es así). Tengo partituras que me compro pero no abro, libros que compro pero no leo, música que tengo (y de la que me cuesta deshacerme) y sé que nunca escucharé. El criterio de selección es realmente difícil cuando tienes tanto donde elegir. Y hablo de oír, no de conocer, digerir de verdad la música. Oigo un cuarteto de Mozart y no lo retengo, como hacía a los 15 años. Lo oigo montones de veces y no lo aprendo de memoría como antes.
¿Se me estará llenando el "disco duro" (el de mi cerebro)? Es asombroso como las conexiones neuronales no funcionan igual ahora que hace quince años. Y no penséis mal, no he probado la droga en mi vida. También os pasa a vosotros, lo queráis ver o no.
Mi deseo clásico de la lámpara de Aladino: saber todo, conocer toda la música, todo el conocimiento.
Bona nit.
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Josep -