Pesimismo libresco
Todos los jueves compro el periódico El Mundo, no porque sea fan de PedroJota, sino por el suplemento que dan ese día, El Cultural, que está bastante bien y me sirve para estar al día.
Una de las secciones del suplemento que miro siempre es la de la lista de los libros más vendidos, porque soy un fanático de las listas, rankings y todo aquello que suponga competitividad y estadísticas (el espíritu competitivo que todos hemos mamado, aflorando a la superficie). A medida que pasan los meses y leo esa lista (así como las que salen en otros sitios) me doy cuenta de los pocos libros que se compran en este país, excepcion hecha de dos o tres best-sellers.
¿Cómo puede ser que un clásico como El Principito, que lleva toda la vida en las tiendas, sea el número 6 de la clasificación de libros de bolsillo más vendidos? Eso quiere decir que un libro mínimamente conocido, con una tirada normal, sólo por sus ventas de inercia (las que quedan después del boom de entrada o los booms por publicidad), ya está en las listas de más vendidos. Imaginad una situación similar en las listas de música. ¡Imagine aún estaría en los 40 principales! sólo por sus ventas actuales, que no tienen nada que ver con las de 1971.
El Quijote lleva 14 semanas en lista, mucho después del bombardeo mediático del Año Quijote. ¡Hay libros que se mantienen en lista durante más de 100 semanas! Esta claro que el volumen de libros que necesitas vender para entrar en la lista es ridículo, y más todavía si nos vamos a la lista de libros de poesía (¿quién compra poesía en este siglo?).
La literatura es un negocio, pero sólo con uno o dos libros al año las editoriales ganan lo necesario para mantener toda la editorial y todos los fondos que publican. Aunque peor es el negocio de los CD de Música Clásica, donde ventas de más de 100 copias ¡¡¡en todo el mundo!!! ya son un éxito
¡Compren libros, señores! Y cuando digo libros, no me refiero a best-sellers. Me refiero a libros de Literatura, ¡los hay buenísimos, señoraaaaa! ¡me loj quitan de laj manoj!
Bona nit.
Una de las secciones del suplemento que miro siempre es la de la lista de los libros más vendidos, porque soy un fanático de las listas, rankings y todo aquello que suponga competitividad y estadísticas (el espíritu competitivo que todos hemos mamado, aflorando a la superficie). A medida que pasan los meses y leo esa lista (así como las que salen en otros sitios) me doy cuenta de los pocos libros que se compran en este país, excepcion hecha de dos o tres best-sellers.
¿Cómo puede ser que un clásico como El Principito, que lleva toda la vida en las tiendas, sea el número 6 de la clasificación de libros de bolsillo más vendidos? Eso quiere decir que un libro mínimamente conocido, con una tirada normal, sólo por sus ventas de inercia (las que quedan después del boom de entrada o los booms por publicidad), ya está en las listas de más vendidos. Imaginad una situación similar en las listas de música. ¡Imagine aún estaría en los 40 principales! sólo por sus ventas actuales, que no tienen nada que ver con las de 1971.
El Quijote lleva 14 semanas en lista, mucho después del bombardeo mediático del Año Quijote. ¡Hay libros que se mantienen en lista durante más de 100 semanas! Esta claro que el volumen de libros que necesitas vender para entrar en la lista es ridículo, y más todavía si nos vamos a la lista de libros de poesía (¿quién compra poesía en este siglo?).
La literatura es un negocio, pero sólo con uno o dos libros al año las editoriales ganan lo necesario para mantener toda la editorial y todos los fondos que publican. Aunque peor es el negocio de los CD de Música Clásica, donde ventas de más de 100 copias ¡¡¡en todo el mundo!!! ya son un éxito
¡Compren libros, señores! Y cuando digo libros, no me refiero a best-sellers. Me refiero a libros de Literatura, ¡los hay buenísimos, señoraaaaa! ¡me loj quitan de laj manoj!
Bona nit.
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